Llegan con el deje canalla que caracteriza sus letras, pero con una humildad, amabilidad y conciencia que ya quisieran muchos. El grupo madrileño Boikot, con Juankar, Kosta, Alberto y Grass a la cabeza, ha llevado su punk rock de conciencia por todo el mundo pero hasta ahora no habían tocado nunca en Bélgica. La sala de conciertos VK de Bruselas (donde han tocado grupos como Rage Against The Machine) es su primera parada en este país, a la que seguro seguirán muchas más, vista la buena experiencia que se llevan en el bolsillo. En el avión traen lo mínimo e imprescindible, se dejaron a su road manager en casa, pero junto a las ganas de concierto metieron en la maleta a Txikitín, el trompetista de Ska-P, que con su falda escocesa dio el toque exótico al escenario. Sólo se les queda una espinita, no haber visto a Berrogüetto, que tocaban a la vez que ellos en el Centro Gallego La Tentation. No faltó a su cita con Boikot el público español, pero también belga y un grupillo de griegos de Tesalónica encargados de dar la nota y protagonizar algunas de las invasiones del escenario. Pero de buen rollo, tal y como fue la entrevista que concedieron a Hispagenda minutos antes de subir al escenario.

– ¿Cómo acaba Boikot en Bélgica? ¿Por qué Bruselas?

Kosta: Siempre intentamos distribuir nuestra música a nivel internacional y muchas veces es porque tenemos contactos, otras porque nos llaman los promotores. En este caso, hemos tenido la suerte de contar con Javi, que es un amiguete mío del pueblo, que vive en Bruselas, que se empeñó. Se puso cabezón, dijo que quería ser un promotor y bueno, nos ha traído, si no es por él… Creo que Bruselas no es un circuito en el que grupos españoles vengamos a tocar. Ésta es la primera toma de contacto, la piedra de toque que esperemos que encadene una serie de conciertos, de festivales, sobre todo intentar hacer un circuito de grupos de España que vengan a tocar aquí, a Bruselas.

– ¿Y qué esperáis del público de Bruselas?

Autógrafo para los amigos de Hispagenda. Haz clic en la imagen para descargarlo.

Grass: Yo imagino que primero vendrá mucha gente de la comunidad española que resida aquí, tanto Erasmus como peña currela que se esté aquí buscando la vida. Muchas veces me hace gracia que se diga que no hay emigrantes en nuestro país, que siempre fue un país de emigrantes, desde los años 20 incluso… Y entre ellos espero que se mezcle peña de aquí, de la ciudad, y que puedan disfrutar tanto o más cómo los españoles. El objetivo principal es divertirles y divertirnos nosotros también.

– Habéis tocado por todo el mundo, habéis encontrado público muy diferente, no es el mismo público el de Japón que en los Balcanes.

Grass: Hombre, la verdad es que no nos podemos quejar. Así con la tontería hemos estado en México un par de veces, en Colombia, en Venezuela, en Cuba, en Argentina, Italia, Alemania, Copenhague, en Tokio hemos tocado un par de veces…

– Japón es una plaza difícil.

Grass: El Fujirock fue una pasada, la segunda vez que fuimos, en 2009, coincidimos en los camerinos de hotel  con Patti Smith, estaba Liam Gallagher, de los Oasis, los Bad Brains, y era un flipe porque estábamos todos ahí, en un sitio precioso, en Tokio. Y te encuentras de todo, como en Japón, a un chaval que cantaba las canciones en castellano perfecto. Le oías salir de sus labios: “La libertad en una cámara de gas”, y decías: «¿cómo puede ser que este nipón…?». Y el promotor nos lo presentó y el chaval no sabía inglés, no sabía castellano, no había forma de comunicarse con él, pero se sabía las letras perfectamente.

Alberto firmando

– La que más llama la atención quizá sea la experiencia en Mostar, donde grabasteis Amaneció, vuestro último disco…

Grass: Nos puso los pelos un poco de punta a todos. Es lo más cerca de una guerra que hemos estado cualquiera de los cuatro, y mira que habían pasado ya 10 o 12 años.
Juankar: De hecho, nos llama la atención que hace poco se haya retirado el ejército español, los cascos azules. Tuvimos la ocasión cuando estuvimos allí de poder hablar con muchos de ellos, incluso con un comandante. Les preguntaba concretamente si la presencia de militares no crispaba más el ambiente. Parece que no estás nunca en paz. Mientras sigas viendo carros de combate en tu ciudad, es como si para ti la guerra no hubiera acabado. A mí me chocaba. Y nos decía un chico de allí que, en cuanto no estuvieran los militares, volverían a bofetones. Espero que el raciocinio haga circular un poco las neuronas de la gente.

– Es una ciudad muy dividida

Juankar: Aún actualmente, los barrios siguen divididos y tuvimos la ocasión de estar con gente que fue fruto de las violaciones que hicieron los soldados sobre la población civil. Son muchos los niños, ya adultos, que nos dijeron: “Mira, ninguno te lo va a reconocer, pero todos nos hemos criado en orfanatos. Somos fruto del odio. Somos los hijos del odio, y como tal queremos explicároslo para que vosotros también seáis altavoces y contéis esto que nadie sabe”. Eso nos impactó mucho, nos ponía «las gallinas de punta».

– Por eso, como cantáis en Ska-lashnikof, la música es vuestro fusil.

Grass: La verdad es que es concienciar un poco. Lo que ocurrió allí fue muy fuerte. Todavía a día de hoy ves edificios ametrallados, destrozados, bloques fantasma por todos los lados, cementerios donde debería haber un parque infantil…
Juankar: Sí, en medio de la ciudad. Uno de los músicos que colaboraron con nosotros, nos llevó a una pequeña plataforma a las afueras de la ciudad, donde había un carro de combate. Nos contó que era un carro serbio que disparó a los barrios musulmanes de la ciudad. Y que cuando se le agotaron las balas, fueron los musulmanes los que usaron el carro para disparar a los croatas (que son los católicos).
Grass: Hicieron negocio en la guerra los serbios.
Juankar: Exactamente. Y contaba el músico que en su barrio iban camiones dándoles Kalashnikov a todo aquel que quisiera, que ya se lo pagarían. O sea, realmente, era una guerra de intereses, un conflicto de religiones… A mí me parece que Europa estuvo dormida mucho tiempo hasta que no llegó la matanza en el mercado de Mostar, y ya dijeron “Hasta aquí hemos llegado”. Me parece muy triste que haya muerto población civil, que esto no lo discutan en un parlamento, me parece muy triste que lo sufran los niños, las mujeres, que haya una generación entera, del año 92 al 94, que se fuera a la porra.

– ¿Grabasteis allí mismo el disco?

Boikot en conciertoGrass: Sí, en el Pavarotti Music Center, que lo montaron Bono, el de U2, y Luciano Pavarotti a través de la asociación Save the Children para ayudar un poco a los niños huérfanos después de la guerra y darles un sitio donde estar y olvidarse de la situación. Lo bonito es que la pasta que nos gastamos en grabar en ese estudio, pues es un dinero invertido en ayudar en la situación. Y no nos queremos colgar ninguna medalla…
Juankar: En el disco colaboró el coro de los chicos de ese centro. Creo que es una de las partes más bonitas que tiene el disco, quizá la menos escuchada por muchos porque es muy tranquila. Pero el resultado es brutal. Es el tema que cierra el disco, No hay que olvidar. Y en el tema sorpresa, una curiosidad: Estando con Kusturica, uno de los músicos puso el disco y cuando saltó esa canción, la tradicional serbia Cudna Jada Od Mostara Arada, el tío nos dijo: “Para, para… ¿Cómo habéis conseguido esta canción? Yo se la escuchaba a mis padres, a mis abuelos y llevo 10 o 20 años sin escucharla”. Es una canción tradicional de Mostar y el pavo flipaba porque decía que cómo la habíamos metido. Y eso nos hizo mucha ilusión, claro.

– Han pasado ya 20 años desde el primer disco, y con experiencias como ésta… Está claro que Boikot ha madurado bastante.

Grass: Llevamos 16 años la misma formación juntos, desde Tu condena, los cuatro miembros, y es una evolución lógica. Tocamos mejor que hace 16 años, hemos aprendido musicalmente más, como personas hemos madurado, es un cúmulo de influencias y sobre todo el buen rollo entre los cuatro, la amistad y que nos gusta la música, y llevar nuestro mensaje para aquí y para allí y seguimos y esperamos que siga nuestro mensaje muchos años más.

Boikot+Hispagenda
Juankar (voz y bajo) y Grass (batería), junto con Esther Iorfida, del equipo de Hispagenda.

– ¿Qué proyectos tenéis de futuro?

Juankar: Queremos grabar nuestro duodécimo disco. Buscamos un punto intermedio entre la carrera que Boikot ha llevado hasta ahora y el último disco. Queremos llevarlo un poco por el camino de que siga la fiesta. Que corra la juerga y que siga la conciencia.  Este disco va a ser diferente, va a ser un término medio, como es el duodécimo… ¿El duodécimo ya?
Grass: El duodécimo…
Juankar: Queremos que tenga un poco de todo lo que hemos abarcado. Lo que estamos grabando tiene un nexo en común con los 20 años de carrera, y el hilo conductor va a ser la música fiesta y seguir, no reivindicando, pero sí diciendo las cosas por su nombre, que es una manera de reivindicar, sin caer en el panfletismo.
Grass: Si el mundo fuera de color de rosa, estaríamos haciendo pop, que es donde realmente ganas dinero.
Juankar: Y tampoco queremos evangelizar, porque a nuestra edad, creíamos que íbamos a evangelizar y hemos visto que no. Vamos a decir las cosas por su nombre.
Grass: Decir lo que sentimos, el mensaje que llevamos, y vamos a cantar las cosas por su nombre, para que la gente se conciencie un poco.
Juankar: Y divertir con las versiones.
Grass: Y que la gente baile. La problemática de Mostar a lo mejor no se conocía en España. Vas a Mostar, grabas. Cuando estuvimos en México, lo mismo. Vuelves a España después de estar un mes en México DF, o en Argentina… Pillar la esencia de cada sitio, las letras y demás, y eso nos enriquece, como personas sobre todo, y como banda.

– Y Txikitín, el trompetista de Ska-P que esta noche toca con vosotros, ¿también enriquece?

Juankar: A Txikitín lo hemos engañao… (Ríe, y lo llama para que se acerque).

– ¿Pero cuece o enriquece?

Grass: Pues la verdad es que cuece y enriquece porque ha sido muy divertido, nada más llegar a Bruselas, nos había hecho la comida en el apartahotel.
Juankar: Nos tenía preparada una lasaña y una sopa que nos ha arreglado el mundo. Yo creo que Txikitín además de trompetista y cuentacuentos, es un buen cocinero.
Grass: La verdad es que es un personaje que lleva ya unos cuantos añitos con Ska-P tocando. ¿Cuántos llevas ya?
Txikitín: Nueve años.
Grass: Lo conocemos, hay buena amistad, y en los huecos que Ska-P deja libre pues se escapa a hacer a hacer el indio con nosotros.
Txikitín: Se puso pesado y dijo, anda, vente con nosotros, y me engañó.
Grass: Ahora que Ska-P va a hacer un pequeño descanso, pues él no puede descansar.
Txikitín: Es que si descanso, engordo, entonces tengo que estar con ellos.
Juankar: Y cuece y enriquece, ¿eh? Nos da la esencia que a nosotros nos mola, que haya arreglos, que aunque los llevamos ya, porque la tecnología hay que usarla también, pero cuando podemos nos gusta que las personas que colaboran con nosotros estén presentes, para hacer ese uso natural de su soplido, su famoso soplido a nivel mundial que le llaman ya «El soplido del Txikitín».
Txikitín: Es que cantar con esta voz no me dejan, así que me toca la trompeta (ríen todos).
Juankar: Se puede decir que el soplido del Txikitín es internacional. Ha estado en todos sitios.

Y uno de ellos, la sala VK de Bruselas, que vibró, saltó y gritó no sólo con el soplido de Txikitín, si no también con las versiones y los temas de siempre de Boikot, que ofrecieron durante casi hora y media: Salud y rebeldía, Tierra quemada, Tekila (dedicada a los madrileños que estaban en la sala), Bajo el suelo (contra la violencia machista), Korsakov, Hasta siempre, dedicada al Ché Guevara, y temas nuevos como Ska-lashnikov, salpicados de versiones: Cualquier día, Ellos dicen mierda… Un concierto para recordar viejos tiempos y conocer las nuevas tendencias de Boikot. Sin duda, ellos sí que saben llamar las cosas por su nombre.

Texto: Esther Iorfida
Fotografías: Jorge Irazola

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