Juan de la Cierva y Codorníu nació en Murcia el 21 de septiembre de 1895, aunque en 1904 se trasladó con su familia a Madrid. Hijo de un prestigioso abogado y ministro, ya desde pequeño mostró un gran interés por la aviación, lo que le llevó a fundar, a la edad de 16 años, el grupo BCD, con el que él y otros dos amigos lograrían crear un biplano que consiguió volar con éxito, el conocido como “El Cangrejo”. El nombre del grupo hacía alusión a las siglas de los apellidos de sus tres componentes: José Barcala, Juan de la Cierva y José Díaz.
De la Cierva estudió Ingeniería de Caminos, Canales y Puertos, aunque nunca ejerció como tal. Su interés se centró en conseguir que los aeroplanos aterrizasen de forma estable y volasen de forma más segura. El resultado lo consiguió al crear un mecanismo compuesto por un conjunto de alas unidas a un rotor y enganchado este a un eje en posición vertical que no disponía de motor, sino que este se encontraba en el interior del aparato. El motor se encendía para despegar, pero no era necesario para volar, ya que cuando se alcanzaba una determinada velocidad las palas giraban solas. Hay que destacar que con este mecanismo el giro impulsaba el aire hacia abajo, lo cual provocaba la elevación del aparato. Esa era la base del autogiro, que voló por primera vez en 1923, año en que De la Cierva registró la marca autogiro, si bien la primera patente ya la obtuvo en 1920. A estas le siguieron las obtenidas años más tarde en Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos.
Pero no todo fue un camino de rosas para este murciano, ya que a los problemas económicos que tuvo para financiar sus ensayos se unieron los fallos de sus primeros modelos: el C.1, el C.2 y el C.3 fueron bastante inestables. Sin embargo, el éxito llegó con el modelo C.4, que consiguió volar correctamente por primera vez el 17 de enero de 1923.
De la Cierva llegó a probar hasta 40 modelos, llegando a alcanzar los 420 CV, más de 2 toneladas y una distancia de más de 500 kilómetros en vuelos continuos.
Gracias a las mejoras que De la Cierva fue introduciendo, se iniciaron los contactos con el extranjero, lo que supuso el comienzo de la fabricación del autogiro fuera de nuestras fronteras. Fue precisamente en Inglaterra donde De la Cierva encontró personas acaudaladas dispuestas a invertir en su invento. Esto le llevó a trasladarse al país anglosajón, hecho por el que recibió bastantes críticas en España, ya que se consideró desleal.
En 1925 se realizaron las primeras exhibiciones en Inglaterra y un año más tarde se creó la “Cierva Autogiro Company, Ltd.”, cuyo objetivo era negociar la venta de licencias. En ese mismo año se probó con éxito el primer autogiro biplaza. También en Estados Unidos se estableció otra compañía en 1928, la “Autogiro Co. of America”, en la que siguió desarrollando el autogiro, y en Berlín se fundó la “Cierva Autogiro GmbH”.
A partir de mediados de los años 20 aumentó el interés internacional por el invento español, que siguió experimentando mejoras a medida que avanzaban los estudios y pruebas de De la Cierva. Sus aportaciones en el campo de la aviación le hicieron merecedor de numerosos galardones, como la Medalla de Oro de la Federación Aeronáutica Internacional. También fue nombrado “Caballero de la Orden de Léopold” en Bélgica y socio de honor de los aeroclubes de Gran Bretaña, Alemania, Francia y Bélgica.
Entre sus mayores logros se encuentra el haber conseguido cruzar en 1928 el Canal de la Mancha a bordo de su invento.
De la Cierva falleció en un accidente de aviación en el aeropuerto de londinense de Croydon el 9 de diciembre de 1936.
Rocío Bonachera Escribano