El 19 de marzo de 2012 se cumplieron doscientos años de aquel día de San José en el que 187 patriotas, reunidos en la iglesia de San Felipe Neri en Cádiz, promulgaron la primera Constitución de la Historia de España, conocida como “la Pepa”, como guiño al santo del día.

Toda España había sido ocupada, salvo Cádiz: “Con las bombas  que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones”, cantaban estas durante el asedio de la ciudad por parte de las tropas de Napoleón…

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Cubierta de la Constitución Española de 1812 «la Pepa»

Curiosamente, el comandante en jefe del ejército que defendía Cádiz era un valón, el marqués de Coupigni-Pignereuil, que antes había mandado la segunda división del ejército de Andalucía en las batallas de Mengíbar y de Bailén.

En la Europa de hace 10 generaciones, no se vacilaba en arriesgar vida y hacienda  por la idea de Libertad o de Patria, en aquel entonces conceptos casi intercambiables.  La Constitución de Cádiz, que consagraba la idea de Libertad frente al despotismo de Napoleón, fue también fecundada por la sangre de los soldados del Regimiento Valón, creado por Felipe IV cuando el actual territorio belga tenía al rey de España como soberano. Disuelto en 1829, nuestra Guerra de Independencia fue su canto del cisne.España no debería haber olvidado a aquellos valones (no se podían llamar aún belgas puesto que faltaban unos años para que Bélgica se constituyera como nación) que derramaron su sangre en España, luchando por su libertad: el caballero de Saint-Marc, capitán y mariscal de campo, que mandó una división en Valencia y Aragón y fue capturado en el sitio de Zaragoza; el barón de Warsage, capitán, que organizó y mandó un batallón de estudiantes voluntarios en el sitio de Zaragoza en 1809 y murió al ser tomada esta plaza; Louis-Alexandre de Bassecourt, capitán y mariscal de campo en 1810 y 1811, que acabó siendo capitán general de Galicia, Aragón y Valencia; o el capitán y mariscal de campo Jean de la Barre, que mandó una división del ejército de Cataluña.

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“La promulgación de la Constitución de 1812″ Obra de Salvador Viniegra

Nadie mejor que Châteaubriand para hacernos llegar un atisbo de lo que fue aquella epopeya de la lucha de un pueblo por su Libertad y que tuvo en la Constitución de Cádiz, la más liberal de su época, su expresión.

Toda la valentía de los franceses no les valió de nada. (…) Vencedores de los mejores soldados de Europa, vertíamos la sangre de los frailes con esa rabia impía que habían inspirado a Francia las bufonadas de Voltaire y la demencia atea del Terror. Fueron sin embargo aquellas milicias de claustro quienes pusieron fin a los éxitos de nuestros viejos soldados; no esperaban en absoluto encontrarse a aquellos hombres con sus hábitos de monje, a caballo como dragones de fuego, sobre las vigas calcinadas de Zaragoza, cargando sus escopetas entre las llamas, al son de mandolinas, cantos de boleros y el réquiem de la misa de difuntos: las ruinas de Sagunto aplaudieron”.

Rafael Sanz Fernández

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