El árbol de Navidad

El árbol de Navidad

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Árbol de NavidadCuentan que en la noche de Navidad, todas las criaturas fueron convocadas en Belén para adorar al Niño. El abeto, pequeñito, tuvo que atravesar muchos países y superar muchas dificultades. Llegó a Belén exhausto: una lluvia de estrellas cayó entonces sobre sus ramas marchitas, culminándolo con la estrella de Navidad. El Niño lo miró y le dedicó una sonrisa, bendiciéndolo.

Este es uno de los muchos relatos surgidos en torno a la tradición del árbol de Navidad, creación europea que se extendió a América y finalmente al resto de los continentes, cuyo auténtico origen es muy dudoso.

Se dice también que un día de Navidad del siglo VII, san Bonifacio, misionero británico, se encontraba en la actual Alemania, predicando a los druidas germanos para convencerlos de que el roble no era sagrado, cuando uno cayó destrozando todos los árboles más pequeños que encontró a su paso. Todos, menos un pequeño abeto, que consiguió salir indemne. San Bonifacio lo consideró un milagro y llamó al abeto “árbol del Niño Dios”. En las Navidades sucesivas, los cristianos empezaron a plantar abetos llegadas estas señaladas fechas y posteriormente empezaron a adornarlos para celebrar esta Festividad.

Los alsacianos afirman en cambio que la tradición nació hace 400 años en sus tierras, cuando una Navidad, un caritativo sacerdote empezó a colgar, en un abeto cercano a su parroquia, presentes y golosinas para sus feligreses más humildes. Lo cierto es que en dicha región, en Navidad, se ponía en el coro de las iglesias un abeto adornado con manzanas, que representaba el árbol del paraíso; con el paso del tiempo, se le añadieron formas sin consagrar y símbolos eucarísticos que simbolizaban la Redención. Poco a poco, a partir del siglo XVI, los alsacianos colocaron en sus casas abetos decorados para celebrar la Navidad.

Hans Christian AndersenHans Christian Andersen dedica al abeto de Navidad uno de sus cuentos: la tradición estaba ya muy arraigada en los países nórdicos en el siglo XVIII. En España, en cambio, tardó en estarlo, y sólo empezó a generalizarse a mediados del siglo XX. Ahora, la colocación del árbol de Navidad, junto con la del Nacimiento, es uno de los momentos más significativos de estas Fiestas,

Hay elementos que no pueden faltar: la estrella que se coloca en la punta nos recuerda la que guió a los Reyes Magos hasta el Niño; las luces, que nos dicen que Jesús es la Luz del mundo; las bolas de colores, sucesoras de las manzanas alsacianas o las campanillas, símbolo de la alegría de estas Fiestas. Los niños dejan sus zapatos al pie del árbol la noche de Reyes esperando encontrarlos llenos de regalos al día siguiente…

Ecologistas e ingenieros agrónomos debaten qué especie es la ideal para hacer de “árbol de Navidad” mientras muchos han optado por un árbol artificial, que tiene sus partidarios y sus detractores. Pero esa es otra historia, que contaremos otro día. Hoy nos quedamos con la magia de estos árboles que a mediados de diciembre empiezan a invadir nuestras ciudades, devolviéndonos a todos la ilusión de nuestra infancia, que ninguno quisiera haber perdido.

 

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